jueves, 16 de abril de 2015

EN LA MUERTE DE GÜNTER GRASS

"Lange gilt der Autor in Deutschland als moralische Instanz" (Mucho tiempo se consideró al autor en Alemania una autoridad/instancia moral). Se repite esta idea, de un modo u otro, en la prensa alemana al recordar a Günter Grass. No creo que él se considerara una instancia moral ni quisiese serlo (una referencia, ejemplo, espejo para su sociedad, lo que los alemanes llaman un "Vorbild"). La sociedad, más tarde, tiene fácil y encuentra gusto en romper los espejos y los modelos, si, al pelar la cebolla, cuentas que te alistaste con 17 años, como Ratzinger, como el padre de una buena amiga mía que aún vive (también adolescente entonces) y que vio, como se dice "en persona", caer todo ese fuego del cielo sobre el Ruhr y no comprendía esos bombardeos incendiarios "en alfombra", indiscriminados, que no pretendían sólo ganar la guerra, sino borrar del mapa también a las mujeres y a los niños y hasta los sapos y ranas que habitaban el bosque y el barro anfibio por si acaso un alemán pretendía volver a ser, o levantarse, o formar una primera frase o rellenar un biberón de leche. Ni siquiera creo que Grass pensara -como no lo pienso yo- que "El tambor de hojalata" fuese su mejor libro. Pero es un martilleo y un repiqueteo y un tamborileo fácil de producir y de etiquetar. Mucho más impensable resulta que la mayoría de los periodistas, y opinantes de la noche a la mañana, lean sus muchas novelas o se tomen la molestia de recorrer cada una de las páginas de sus memorias. Creo que odio la idea de veredicto porque ya sólo hay prisa.

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